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En este capítulo del programa La aventura del saber se realizan algunos experimentos con huevos que permiten trabajar diferentes cuestiones de física y química. Mediante el estudio de las propiedades de un huevo, el alumnado se introducirá en conceptos como presión, fuerzas, ácidos y bases o inercia. También conocerá experimentos que argumentan desde un punto de vista científico el método casero utilizado para comprobar si un huevo es fresco o no, o si está crudo o cocido.
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En el primer experimento podemos observar un sorprendente efecto de la presión atmosférica sirviéndonos de un huevo y un matraz. Consiste en introducir un huevo en un matraz y sacarlo después sin llegar a tocarlo. La clave es conseguir una diferencia de presión entre el interior y el exterior del recipiente.
El siguiente experimento nos permite acercarnos a la química de la cocina. Cuando se cuece un huevo, la albúmina de la clara cambia su color por efecto del calor, que la desnaturaliza. La experiencia ilustra cómo esta proteína puede desnaturalizarse de otras formas: mediante frío, sumergiéndola en ácido o alterando el pH.
Otro experimento permite descubrir algunas de las propiedades de la forma de los huevos. Si cogemos un huevo por sus extremos y ejercemos tanta fuerza como nos sea posible, constatamos que el huevo no es tan frágil como podríamos pensar. La forma convexa de sus extremos reparte la fuerza por toda la cáscara de forma similar a como ocurre con un arco en arquitectura.
A continuación, se explica que la porosidad de la cáscara de los huevos es la clave para explicar por qué un huevo fresco flota menos que uno viejo. Por otro lado, para saber si un huevo está cocido o no, podemos hacerlo rotar, puesto que la rotación de un sólido es distinta a la de un líquido.
Para acabar, se sumerge un huevo en vinagre. La reacción entre una base (el carbonato cálcico de la cáscara) y un ácido (el vinagre), elimina la cáscara y deja al descubierto la membrana que se encuentra entre esta y la clara y la yema.