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En esta animación, el alumnado podrá ver cómo se puede aprovechar el ciclo natural del agua para producir electricidad.
En particular, podrá observar cómo se utilizan las presas para retener y canalizar el cauce de un río. De esta manera el movimiento del agua acciona unas turbinas que convierten la energía cinética en energía eléctrica. Esta llega a nuestras casas a través de las líneas de alta tensión.
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La acción del sol evapora grandes cantidades de agua del mar, cuyas moléculas pasan a la atmósfera. En las capas más frías de la atmósfera, este vapor se condensa en forma de gotitas de agua microscópicas que se agrupan formando nubes. Las nubes van ganando densidad progresivamente y, llegado un punto, las pequeñas gotas se reagrupan en gotas más grandes y pesadas que acaban cayendo en forma de lluvia.
Gran parte de la lluvia cae de nuevo en el mar, pero una considerable cantidad de agua lo hace en tierra, donde da lugar a torrentes que se convierten en ríos y que circulan hacia otros ríos o hacia el mar.
Las presas son grandes y resistentes muros que se instalan en el cauce de un río, que retienen el flujo de agua y que la embalsan en grandes cantidades. Unos conductos canalizan el agua del embalse hacia los álabes de unas turbinas. El agua circula con gran presión debido a la altura del embalse, por lo que estas turbinas giran a gran velocidad al recibir la corriente de agua. El giro de las turbinas es transmitido a un generador, que produce la energía eléctrica que luego se traslada a la red para su uso.
La hidroeléctrica es la energía renovable que más electricidad aporta. Las centrales de pequeño tamaño generan poco impacto medioambiental.
Aunque las centrales mayores pueden producir algunos trastornos en el equilibrio ecológico del río, también tienen efectos positivos, pues los embalses pueden configurarse como un nuevo hábitat para ciertas aves acuáticas.