Actualidad EduCaixa - 03/07/2020

Qué hemos aprendido de la enseñanza a distancia

¿Y qué tener en cuenta para el nuevo curso?


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¿Y si tenemos que retomar la escuela en casa por nuevos brotes de COVID-19 el curso que viene? ¿Y si hay alumnos que deben confinarse para pasar la cuarentena porque sus familiares están enfermos?

Disponer de un plan sólido de enseñanza a distancia debe ser uno de los pilares de la nueva educación presencial. Preparar esa capacidad de reacción es, además, una palanca de cambio para la educación escolar en sí misma, pues la enseñanza en línea no ha hecho sino evidenciar las necesidades de la educación que ya conocíamos. Aquí os proponemos una serie de pautas para la configuración de dicho plan, fruto del aprendizaje global y de las investigaciones educativas durante los meses del confinamiento.

La enseñanza a distancia a la que nos ha obligado la epidemia de coronavirus no habría sido posible sin internet. Con mayor o menor destreza, los docentes españoles han tenido que repensar la programación de su asignatura con las posibilidades que les ofrecía la red. A mayores conocimientos y destrezas adquiridas antes de marzo de 2019, mayores posibilidades de aprendizaje para sus alumnos.

Gracias a que la comunidad educativa está ahora mucho más conectada y abierta que hace años, los colegios no han tardado en darse cuenta de que la enseñanza a través de internet no es una retransmisión en línea de la programación escolar presencial, con sus sesiones replicadas en una pantalla de ordenador.

Tampoco es sostenible en el tiempo la fórmula «hago un vídeo en casa contando lo mismo que contaría en clase o envío uno de YouTube y luego mando los ejercicios de las páginas 22 y 23». Al menos esa práctica ha podido servir a muchos –docentes y centros– para reflexionar sobre sus limitaciones y sobre cuáles han de ser los siguientes pasos que hay que dar en materia de competencia digital docente.

Por mucho esfuerzo que haya supuesto para todos, la enseñanza en línea no ha sido la que podría haber sido. No se ha publicado ningún libro blanco de la enseñanza en línea que permita establecer con claridad qué hacer y qué no hacer, pero sabemos cómo han trabajado los colegios avanzados digitalmente que ya llevaban años empleando la tecnología de manera innovadora: no como vehículo de lo de siempre, sino como trampolín de transformación. También lo sabemos por investigaciones publicadas en estos meses: en la web de EduCaixa nos hicimos eco del estudio que se hizo en China dedicado a la enseñanza a distancia durante su confinamiento por coronavirus. Y también han sido de gran ayuda los consejos de pedagogos, psicólogos y neuropsicólogos sobre el comportamiento, la atención y la actitud de los menores ante las pantallas y los dispositivos digitales.

Con todo ello, y con las nociones adquiridas por la propia práctica personal en el último trimestre del curso 2019-2020, podemos aproximarnos a una enseñanza en línea que genere el verdadero aprendizaje de los alumnos y las alumnas. Estos serían algunos de los puntos más importantes que hay que tener en cuenta:

 

  • Integración en línea y presencial

Mantener el uso de recursos y tareas digitales, cuanto más interactivos mejor, durante la enseñanza presencial. Ambas modalidades no se contraponen; han de complementarse.

 

  • Autonomía de aprendizaje

Las herramientas digitales han de dar un papel más activo a los niños en su proceso de aprendizaje, de manera que contribuyan a adquirir cierta autonomía sobre estas, siempre bajo la guía del docente. Se trata de que alumnos y alumnas sean menos dependientes de la interacción y de las órdenes constantes, y que vean más allá de la sesión y la tarea de cada jornada. Es importante que comprendan el itinerario que deben seguir (parte de este personalizado) y que sepan hacerlo solos. Eso será de gran utilidad en caso de que haya que volver a suspenderse las clases temporalmente, o de que tengan que quedarse en casa para pasar la cuarentena.

La escuela a distancia se basa en un aprendizaje autónomo guiado a distancia. Desarrollar ese nuevo rol del alumno, y también el del profesor como guía de ese desarrollo autónomo, son pilares necesarios para llevar a cabo una enseñanza a distancia eficaz.

 

  • Enseñanza interdisciplinar, no por materias estancas

La enseñanza por asignaturas y por sesiones estancas no tiene sentido en caso de que tengamos que volver a quedarnos en casa. Ya hemos vivido la complejidad de intentar replicar un horario de trabajo con ocho o doce asignaturas diferentes, y el agotamiento de estudiantes y familias ante la interminable agenda de tareas por asignatura. ¿Acaso no puede trabajarse la Lengua con las Ciencias, o con los Valores? ¿O la Educación Física y la Música? ¿Las Ciencias y el Arte? ¿Las Matemáticas y el Arte?

Todo será más fácil si, en el nuevo curso, rompemos el frame mental de enseñanza por lecciones y por unidades del libro. El nuevo curso debería estar más centrado en competencias que en conocimientos, y en el trabajo por ámbitos más que por asignaturas. En caso de que el alumnado tuviera que volver a casa, será más fácil, eficaz y sostenible en el tiempo el aprendizaje sobre esa base organizativa.

Con valentía y basándonos en las evidencias, los equipos directivos tienen en bandeja la posibilidad de impulsar transformaciones en la cultura de trabajo escolar que conduzcan a la cooperación estrecha entre profesores, y a una reconfiguración más flexible de tiempos y espacios.

 

  • Participación familiar

La colaboración de padres y madres pasa a ser otro de los pilares de la escuela a distancia. La comunicación con ellos debe ser clara y fluida en cuanto al progreso de sus hijos, pero no debe trasladársele a ellos todo el peso. El alumnado necesita las explicaciones de su profesor o profesora, no de su madre y su padre. Y la intermediación de la figura paterna o materna en la encomienda de tareas debería ser necesaria solo en el caso del alumnado con menor nivel de autonomía.

En este sentido, el dominio de las herramientas digitales que vayan a usarse en la distancia es fundamental. Si no, el alumnado no podrá llevar a cabo el aprendizaje autónomo y dependerá de sus padres mucho más de lo deseado, además de que perderá motivación y capacidad de trabajo.

 

  • Aprendizaje diferente y diverso

Aprovechando la experiencia de este último trimestre, habría que pensar, en equipo, cómo aprenden los niños en el contexto de su casa, que es muy diferente al de la escuela y, además, está condicionado por las circunstancias particulares de cada familia. En primer lugar habría que evitar que la enseñanza a distancia fuera una transferencia de la enseñanza en clase: la primera carece de la interacción de la segunda y de los estímulos que surgen de manera espontánea en el contexto del día a día.

El ritmo de aprendizaje tampoco es el mismo y, además, puede ser dispar, porque depende de la situación de cada estudiante en su casa.

 

  • Organización y tiempo de las sesiones en línea

El tiempo de las sesiones didácticas que mantenga cada docente con sus alumnos debe ser menor que el de la enseñanza presencial, dado que los recursos comunicativos a disposición del docente en la pantalla no son los mismos que en la clase, y tampoco es fácil la interacción espontánea con el alumnado. Algunos psicólogos han aconsejado no superar los 40 minutos por sesión. En las recomendaciones que los expertos hicieron en China durante su confinamiento (y de las que os hablamos en la sección de Evidencias Educativas –enlace–), se sugería no extenderse más allá de los 20 minutos en Primaria y de los 30 minutos en Secundaria.

Cada centro tendrá que analizarlo en función del perfil del alumnado, de su edad, del número de personas por sesión e, incluso, de la asignatura. La experiencia en sesiones en línea adquirida en el último trimestre por muchos colegios ha sido de gran utilidad para actuar de manera más atinada en caso de que se tenga que volver a la enseñanza a distancia. Muchos colegios se lanzaron a replicar el mismo horario que en el aula en la primera semana de confinamiento y luego fueron matizando y reorganizado la programación de las clases según iban viendo lo que mejor funcionaba con el alumnado y lo que no funcionaba en absoluto.

En cada sesión debería incluirse o añadirse un tiempo para consulta de dudas. Y también es recomendable que el profesor deje un tiempo al final de la clase para que los alumnos se saluden e interactúen a distancia. A ese tiempo se le sumaría el dedicado a la tarea encomendada para interiorizar las enseñanzas recibidas.

Entre cada sesión debe haber un descanso de unos 5 minutos. Y en caso de que las lecciones y conexiones se prolonguen durante toda la mañana, debe haber un descanso de media hora como en el recreo del colegio.

 

  • Acción tutorial

Es recomendable que todos los docentes añadan a su calendario de sesiones o lecciones un cuadrante de sesiones en línea de resolución de dudas al que puedan apuntarse los alumnos en grupos reducidos.

El tutor o la tutora tendrían que sumar otra sesión de tutorías individuales para hacer un seguimiento más personal de cada uno de sus estudiantes sobre el proceso de aprendizaje en casa, las circunstancias familiares que pueden condicionarlo, así como su situación anímica.

 

  • Feedback continuo y formativo

Las tareas que encomiende el docente deberían ser corregidas en el día, para que el alumnado conozca cuanto antes el resultado y pueda pedir ayuda al docente si no ha comprendido algo. Cuanto más automatizado (y autónomo) sea el proceso de corrección de ejercicios, más ágil será la intervención del docente y más rápida será la capacidad de respuesta ante posibles dificultades. La tecnología empleada debe facilitar la comunicación interpersonal fluida.

 

  • Orientación educativa y atención a la diversidad

El equipo de orientación tiene un papel clave en caso de que tengamos que volver a la enseñanza a distancia, tanto para el diseño de la nueva organización escolar como para el diseño de propuestas educativas inclusivas que ayuden a atender la diversidad del alumnado.

El seguimiento que hagan del alumnado –mediante actividades y sesiones en línea y mediante la comunicación directa con las familias– es fundamental para detectar la situación anímica en caso de un nuevo confinamiento, así como las causas de las dificultades de aprendizaje que puedan surgir.

 

  • Soporte tecnológico operativo

Es una de las carencias de base que han lastrado la enseñanza a distancia del curso 2019-2020. Administraciones y colegios deben asegurarse de que su plan de enseñanza a distancia cuenta con una plataforma tecnológica que soporte bien los recursos que van a usarse y la comunicación con alumnos y familias. Para ello, todo eso debe estar decidido y configurado de antemano. No puede quedar nada a la improvisación: justo lo contrario de lo que ocurrió en marzo de 2019.

Deben asegurarse de que todo el alumnado y el profesorado disponen de dispositivos en casa que soporten dicha plataforma, así como los recursos y las aplicaciones que vayan a emplearse. De igual manera, que todos, tanto docentes como alumnos, deben ser competentes para utilizar dichas herramientas y aplicaciones.

La comunicación profesor-alumno debe estar lo más centralizada posible para evitar la confusión que genera trabajar con diferentes canales, plataformas, editoriales, etc. A mayor variedad de accesos y contraseñas, menor operatividad.

 

  • Protección de datos

Hay que ser conscientes del tráfico de datos personales de los alumnos que se genera en la enseñanza en línea, hay que informar al alumnado y a las familias de ello, y de la legislación para protegerlos. Eso forma parte de la competencia digital en la sociedad digital.

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ernest boluda

05/03/2021

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Roberto Carlos Ontiveros

22/09/2020

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