Experiencia
Entrevista a Ron Ritchhart
La cultura de pensamiento y cómo fomentarla en las aulas
La cultura de pensamiento y cómo fomentarla en las aulas
Necesitamos estudiantes preparados para enfrentarse a la complejidad del mundo actual.
Creo que, dada la complejidad del mundo actual, los problemas a los que se enfrentan nuestros estudiantes consisten en pensar cómo superar los momentos difíciles, lo que significa que tenemos que producir estudiantes que sean flexibles, que realmente sepan cómo pensar, que no solo estén preparados para un trabajo, sino para muchos, y creo que lo que no sabemos es cómo van a ser esos trabajos, pero, evidentemente, esto también requiere un espíritu de innovación, lo que supone que nuestros estudiantes tienen que habituarse a una cierta ambigüedad y tienen que aprender a ser innovadores y flexibles en esas circunstancias.”
La educación actual no está generando la motivación, el interés y los resultados necesarios.
Tenemos muchas cosas a nuestra disposición, en los centros educativos, en términos del currículo que impartimos, la forma en que dividimos las disciplinas y las materias, los exámenes que hacemos, y todo esto ha acostumbrado a nuestros estudiantes a ser desobedientes, a aprender a jugar el juego de la escuela y, a menudo, a aprender a apañárselas con el mínimo esfuerzo, porque no tiene sentido hacer un gran esfuerzo por cosas que realmente no te interesan.
Nuestras palabras o mensajes como docentes son clave a la hora de constituir una cultura educativa en nuestros centros educativos.
Y por eso la cultura del aula es tan importante: a través de la cultura lo que transmitimos son muchos mensajes, mensajes acerca de lo que es importante, acerca de lo que cuenta, y si llevas esta metáfora de los mensajes un poco más allá, significa que contamos una historia a nuestros estudiantes. Cuando asisten a la escuela les contamos una historia sobre cómo es una escuela, sobre cómo es el aprendizaje, les contamos una historia sobre lo que se considera aprendizaje, les contamos una historia sobre qué significa ser educado, qué significa ser inteligente. Para que el profesorado entienda la cultura en nuestras aulas, para entender la cultura en nuestros centros educativos, tenemos que empezar a prestar atención a los mensajes que estamos transmitiendo a los estudiantes.
Debemos construir una cultura educativa de empoderamiento, de comprensión y compromiso.
Esta vieja historia de la escuela suele ser una historia de obediencia y una historia de trabajo, así los estudiantes aprenden que lo que deben hacer en la escuela es bajar la cabeza, hacer lo que el profesor les diga, entregar las tareas, sobre todo, las que cuentan para nota, aunque probablemente no hayan aprendido nada, y averiguar qué quiere el profesor y dárselo. Esta historia sobre la obediencia está muy arraigada, por lo que estamos cambiando esta historia, queremos que la historia trate más bien de reflexión, compromiso y empoderamiento.
Las investigaciones de un colega, Fred Newmann, han revelado que cuando los estudiantes están expuestos a menudo a oportunidades que les exigen aplicar sus conocimientos en nuevas situaciones, que les exigen comunicar de forma eficaz sus ideas y, luego, establecer lazos sólidos con la comunidad, esos estudiantes mejoran, mejoran no solo en las pruebas estandarizadas, sino que también mejoran a medida que progresan.
Una cultura abierta y participativa mejora los procesos de aprendizaje y enseñanza.
Otro elemento serían las interacciones. Cuando una clase cuenta con interacciones y relaciones positivas, los estudiantes aprenden mejor y, de hecho, es uno de los elementos más esenciales. De nuevo, existen numerosas investigaciones de que los estudiantes que no conectan con un profesor, que no conectan con un centro educativo, tienen mayores probabilidades de abandonar la escuela, además de tener un menor rendimiento, por lo que podemos examinar cualquiera de estos y ver cómo contribuye realmente cada uno al aprendizaje de nuestros estudiantes.
La (r)evolución educativa es empoderar al profesorado otorgándole un mayor poder de decisión sobre su práctica docente.
Creo que la revolución educativa, y pienso que está empezando ahora, es aquella en la que cedemos más control al profesorado para que tome decisiones y configure las escuelas. Dar voz al profesorado para que haga cambios en sus escuelas, en el sistema educativo, eso creo que sería una revolución.
Vídeo entrevista a Ron Ritchhart
¿Sabes qué es la cultura de pensamiento, y, sobre todo, cómo fomentarla en el aula? A finales de año tuvimos la oportunidad de conversar con Ron Ritchhart, investigador del Project Zero de la Universidad de Harvard, gracias a la alianza entre EduCaixa y Project Zero, cuyo objetivo es fomentar el debate y la difusión de lo último en investigación educativa y nuevas herramientas, estrategias y recursos de aprendizaje-enseñanza.
Ritchhart explica que, debido a la complejidad del mundo actual, debemos replantear muchas de las nociones y prácticas más arraigadas en nuestra manera de entender la educación. El alumnado del siglo xxi debe estar preparado para enfrentarse a un futuro cambiante e incierto, por ello deben ser creativos, flexibles y pensadores críticos. Sin embargo, el modelo educativo tradicional no permite hacer de esto una realidad.
Un elemento clave para esta transformación es la cultura. La cultura se compone de los mensajes, los valores y las prácticas que transmitimos a nuestro alumnado. La cultura tradicional en educación ha sido una cultura de obediencia, de trabajo y de orden. Ritchhart argumenta que es necesario fomentar una cultura de participación, pensamiento crítico y empoderamiento. Una cultura donde se valore la aplicación práctica del conocimiento y las relaciones positivas por encima de hacer lo que el profesor dice o la evaluación tradicional. Las aulas y escuelas en las que impera una cultura de pensamiento son lugares donde el razonamiento del grupo, tanto individual como colectivo, se valora, se hace visible y se promueve activamente como parte de la experiencia cotidiana de todos los miembros del grupo.
Ritchhart centra la atención del profesorado en los ocho aspectos culturales presentes en las situaciones de aprendizaje en grupo, en las aulas y en el conjunto de la escuela, que actúan para conformar la dinámica cultural del grupo. Estos aspectos son el lenguaje, el tiempo, el entorno, las oportunidades, las rutinas, el modelaje, las interacciones y las expectativas.
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