Créditos

Fundació Bancària “la Caixa”

Idea original y guion:
Ivo Fornesa

Diseño y producción del interactivo:
El taller interactivo, S. L.

Ilustraciones:
Carlos Lluch

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Conoce a Dragomir, de Rumanía

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Conoce a Dragomir,de Rumanía

Dragomir
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Hoy os presentaré a un niño rumano que vive con sus padres en España, concretamente en una zona que le parece muy bonita e interesante, Galicia.

Sus amigos le llaman Drago.

Es divertido, porque cada vez que alguien escucha que es de Transilvania u oye su nombre, se pone los dedos índices debajo del labio superior haciéndose el vampiro.

Es verdad que el Conde Drácula es su paisano y que él se llama Dragomir.

Aun así, reconoce que suena un poco parecido y también es cierto que, a veces, se ha aprovechado de la situación, exagerando un poco con las cosas misteriosas de su tierra.

En todo caso, Galicia es una tierra mágica cubierta de bosques, con más leyendas de meigas, trasgos y seres tenebrosos que las que puedan tener en Transilvania.

Cuando le comenta a sus compañeros de clase que se parecen en muchísimas cosas, no le creen.

De entrada, Galicia y Rumanía tienen orígenes celtas, e incluso una región vecina, separada por los Cárpatos, se llama también Galicia (Galitzia).

Rumanía quiere decir ‘ciudadano de Roma’, y esto demuestra que eran parte del Imperio romano, igual que lo eran los ibéricos.

Y lo más fuerte: ¡uno de sus platos nacionales es la empanada!, solo que la llaman placinta y suele ser dulce.

Sin embargo, Drago prefiere la empanada gallega, con atún, aunque no se lo dice a su madre.

No le costó nada adaptarse e incluso aprender gallego.

El rumano también proviene del latín, de hecho, tienen la lengua con mayor parecido al latín.

Cualquier español que les escuche, con atención y paciencia, descubrirá enseguida no solamente el significado de las palabras sino el sentido de la frase.

Drago tiene muchos amigos, incluso un apodo en gallego, y es un poco famoso en el pueblo. Le llaman “o rapaz da cabra chorona”, o sea, “el niño de la cabra llorona”.

Todo empezó porque su escuela quería montar un grupo folklórico para participar en un concurso de talentos de la televisión.

Necesitaban un cuarteto de música tradicional para acompañar a unos bailarines de muñeira y jotas gallegas, pero en todo el colegio solo había una niña que tocaba la gaita, y para ese cuarteto hacían falta dos gaitas, tamboril y bombo.

Se acercaba la fecha para presentarse al concurso pero no aparecía el gaitero, y todos querían ir a la televisión.

Aunque no se gane, siempre es divertido estar con los compañeros y profesores animando a los tuyos.

Curiosamente, a Drago le gusta mucho la música tradicional. Quizás porque sus padres eran profesores de música en el conservatorio de Alba Iulia antes de emigrar.

Su padre, de piano, y su madre era solista de nai y de cimpoi.

Como es lógico, desde pequeño le enseñaron música en casa.

Durante la cena, Drago explicó a sus padres el pequeño drama del colegio. Su padre lo miró asombrado:

-Pero Drago, ¿cuál es el problema? Preséntate tú como gaitero. Tocas muy bien el cimpoi. Las diferencias de sonido son mínimas y con un poco de práctica podrás adaptarte a los tubos de la flauta gallega–le dijo.

Cimpoi

Gaita

Tenéis que saber que otra cosa en común entre Rumanía y Galicia es que el cimpoi, un instrumento tradicional, es en realidad una cornamusa o gaita y que, gracias a su madre, Drago sabe tocarla un poco.

Con su padre buscaron las partituras por internet y comenzaron a practicar con sus instrumentos.

Al día siguiente, Drago llevó el cimpoi en una bolsa y le pidió a la profesora que lo considerase como gaitero.

Toda la clase se puso a reír pensando que estaba haciéndose el gracioso. La maestra le miró divertida:

- Pero, Drago, ¿tú tienes gaita?

Drago asintió con la cabeza. La maestra le observó de nuevo por encima de sus gafas y pidió silencio a la clase:

- Muy bien Drago, pues, si la tienes aquí, demuéstranos cómo tocas –dijo la maestra.

Drago acercó la bolsa a la pizarra y, al sacar el cimpoi, todos se sorprendieron. Tenía un fuelle recubierto de largo pelo blanco de cabra y unos tubos de madera labrados con incisiones de plata.

- ¿Qué vas a tocar, Drago? –preguntó Estrela, la niña gaitera.

- Pues la Muiñeira da Chantada –contestó mientras apretaba el fuelle para hincharlo, saliendo un poco la música.

Al escuchar el sonido, acudieron otros profesores y niños, que se juntaron detrás del panel de cristal del aula.

Cuando terminó, le aplaudieron mucho y Estrela sonreía especialmente.

Desde entonces, toca con el grupo folklórico de la escuela.

No ganaron el concurso, pero a partir de entonces se lo pasan muy bien tocando en residencias de ancianos, hospitales y fiestas de barrio por toda Galicia.

La escuela le regaló a Drago una gaita gallega, pero, cuando actúan, el público siempre le pide que toque algo con el cimpoi, y es que todos saben que él es “o rapaz da cabra chorona”.

Fin

¿Estás seguro? ¡Inténtalo de nuevo!